martes, 13 de marzo de 2012

EL ÁRBOL SOLITARIO

Quien mira mi follaje con verdor sombrío, piensa que soy feliz, amo del campo y que el mundo es mí.
Cuando el fatigado labrador llega a mis frondas, recostado en mi tronco, se queda dormido.
De sus sueños, amores y añoranzas soy testigo.
He visto el romance de las aves cantoras, del canario el sinsonte, mirlas y alondras, que adornando el verdor de mis frondas con un mágico y reluciente tornasol, de sus brillantes plumajes ¡cual ave canora!
De embelesos me llena su canción.

El pasado a mi tristeza llega, el presente al dolor impío.
Ese recuerdo ancestral de aquella arboleda, de raíces gigantescas aferradas a la tierra.
Como diciendo ¡este suelo es mio! Árboles robustos altos y erguidos, fueron abuelos, padres y hermanos.
Hoy vivo triste y solitario en este llano, mi desgracia vino con el maldito desarrollo, que ha cambiado por carretera el río, el barro por cemento, arroyo por alcantarilla.

La vaca no amamanta  el crío,  no pían los pollos a su gallina, pido al cielo agua por muchos días, para que riegue, fertilice a la madre tierra.
Reconozca la familia mía, con mucho amor y valentía, nos lancemos a la guerra. Reclamando libertad. Cambiaremos la ciudad. Por asfalto las raíces, edificios por ramajes y ¡AL FIN! Luciremos felices el verdor del follaje.

                                   Edilberto A: Benitez Tordecilla 

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